A lo largo de la vida nos esforzamos en tantas cosas..
Lo primero en que nos quieran, cuando somos pequeños, necesitamos ser aceptados y reconocidos en el grupo familiar y después en el colegio, aprendemos a hacer aquello que exige la sociedad, hacer las cosas como hay que hacerlas. Más tarde nos esforzamos en estudiar y encontrar un trabajo, quizás formar una familia y educar a nuestros hijos para que hagan lo mismo que venimos haciendo.
Hay una chispa divina con la que venimos al mundo que se expande o se sofoca en función del entorno donde nacimos, las circunstancias familiares, los referentes que tuvimos..
Nos esforzamos y luchamos por objetivos que no siempre están alineados con quien somos, con nuestro Ser, no siempre seguimos a nuestra chispa divina.
Es común el hacer para llegar a ser, generalmente en función de la economía y los dogmas familiares y sociales, llegando a traicionarnos a nosotros mismos en nuestra esencia sin ser conscientes de ello ya que el conseguirlo nos produce un bienestar al que llamamos felicidad.
El seguir la chispa divina suele suponer nadar contra corriente con todo el dolor que conlleva pero también con todo el aprendizaje que nos aporta. Cuando alguien sigue a su chispa divina llega un día en el que esta, ya se ha convertido en tu guía, escuchas tu intuición, conoces tu programa mental y las emociones que genera, te has ido acercando en medio de las vicisitudes de la vida a ti mismo y todo adquiere un sentido, la vida se proyecta en ese color que poco a poco se ha ido desvelando en ti y escuchas tu propia melodía en conexión con la melodía de algo más grande, más elevado..
En este tiempo te das cuenta de que lo valioso de la existencia es Vivir, vivirlo todo sin perder la conexión con esa chispa divina con la que cada uno nace.
Te das cuenta de que llegas a Ser quien eres aprendiendo a bailar con la vida sin perder de vista tu propia música.
Mariña García
Coach
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