No existe ninguna duda de que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva Era histórica en la larga Historia de la Humanidad. La que conocíamos como Era Contemporánea, que nació en 1789, ha llegado a fin y somos protagonistas destacados de este acontecimiento. Esto supone un cambio estructural absoluto; las organizaciones políticas, financieras, culturales, tecnológicas, religiosas, filosóficas,… están evolucionando y metamorfoseando de forma irreversible. Todo nacimiento de una nueva Era va acompañada de ciertos aspectos técnico-humanos que la definen, en este caso concreto eso se llama: TRANSFORMACIÓN DIGITAL y todo lo que trae aparejado a ello, porque produce una nueva visión cosmológica de la Vida y son necesarias nuevas actitudes, nuevas perspectivas, nuevos enfoques e incluso un nuevo lenguaje.
La tecnología informática o digital lleva con nosotros apenas unos decenios, pero parece que lleva toda una vida y nos ha cambiado la perspectiva totalmente. Esto no es bueno ni malo, sencillamente ES y como tal hay que gestionarlo. La principal característica de esta naciente Era con respecto a las anteriores radica en que los avances técnicos se producen a una velocidad vertiginosa lo que provoca, habitualmente, un desfase entre la técnica y el Ser humano. No van paralelos, ni son complementarios y ahí está el peligro. Cabía preguntarse: ¿nosotros, los humanos, estamos preparados, mentalmente, para seguir el ritmo de los avances que estamos viviendo?
Muchos especialistas consideran que no, el ser humano va con retraso mental y emocional respecto a la evolución científico-tecnológica que se está viviendo, al menos en una parte muy elevada de la capa poblacional y eso es un gran problema. Porque la enormes posibilidades que están surgiendo ahora pueden quedarse en artificios de buenas voluntades.
Hoy, es más necesario que nunca que nos tomemos en serio, nos pongamos a trabajar y quitemos muchos clichés que existen sobre el denominado DESARROLLO PERSONAL. Algo que empieza desde el interior de ser humano, en una búsqueda del conocimiento más profundo de nuestro Yo que nos sirva para, primero, saber quiénes somos y segundo, para interconectar adecuadamente con la realidad exterior. En una realidad tan compleja, caótica y confusa en que se vive hoy es necesario buscar las herramientas interiores que todos poseemos para enfrentar con éxito los desafíos de la nueva Era que comienza. Si como seres humanos, como sociedad, no equilibramos la balanza Tecnología-Ser Humano, si dejamos todo en manos de una digitalización incontrolada o de la palabra de moda: algoritmos, como supuesta panacea que nos resuelva todos los problemas que acucian a la humanidad, no aprovecharemos esta enorme oportunidad que se nos presenta.
El desarrollo personal es mucho más que emplear unas técnicas o herramientas para lograr unas habilidades profesionales o sociales, es un proceso continuo de transformación individual que dura toda una vida. Nuestro proceso existencial es tal si estamos siempre en crecimiento como actitud vitalista, sabiendo descifrar el entorno que nos rodea en cada instante, porque todo está conectado y no podemos vivir desconectados escondidos en una burbuja desde donde observar los acontecimientos, estamos obligados a ser protagonistas de los mismos. Una de las principales características de esta nueva Era es que no espera a nadie, las oportunidades y posibilidades de la misma están ahí, pero hay que verlas, observarlas, estudiarlas y actuar en consecuencia, lo que obliga a un esfuerzo mayor para correr a su mismo nivel y no quedarse en el camino.
Por eso es tan necesario una adecuada actualización personal para afrontar con garantías de éxito todo el potencial que tenemos a nuestra disposición, que es mucho y para aprovecharlo es imprescindible, como base primordial, una búsqueda y descubrimiento de quiénes somos. Allá por 1980, un escritor muy visionario, Alvin Toffler, en sus libros como La Tercera Ola, decía que “los analfabetos del S.XXI no serán quienes no sepan leer ni escribir, sino aquellas personas que no sean capaces de aprender, desaprender y reaprender”; es decir quién no sea capaz de crecer todos los días, quién no sea capaz de desarrollarse continuamente.
Jesús Mª Pérez Santos
Coach
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