El éxito consiste en obtener lo que se desea, la felicidad en disfrutar de lo obtenido”

Ralph W. Emerson

En la película musical “Fama” hay una escena en la cual la profesora de baile dice a toda la clase: “… tenéis muchos sueños, buscáis la fama, queréis la fama, pero la fama cuesta y aquí vais a empezar a pagarlo”.

Puede valer esta expresión si cambiamos la palabra “fama” por “éxito”. El Ser humano quiere el éxito, quizá no sepa cómo definir ni acotar esa expresión, pero lo quiere, lo desea, lo busca a veces desesperadamente. Pero, el éxito como la fama cuesta, se necesita talento, esfuerzo, trabajo y sacrificios, nada viene por añadidura. Se precisa objetivo, organización, planificación y paciencia, el éxito no viene cuando queremos, es caprichoso viene cuando le apetece, sólo hay que estar preparado para recibirlo.

Se oye hablar mucho de éxito, quizá demasiado, sin detenernos a pensar en lo que se significa. En realidad viene del latín “exitus”, que significa “final” o “término” y no deja ser una visión subjetiva de una situación. Si emprendemos una tarea, la que sea y no se logran los resultados previstos hablamos no éxito o fracaso. Usamos este simple patrón de medida y la cosa es mucho más compleja, se confunde muy a menudo con felicidad y son mundos diferentes. Va muy asociado al mundo de los negocios, del trabajo, del deporte, como algo que los demás deben visualizar y valorar para darle cuerpo. En una sociedad hipercompetitiva y bastante individualista como la actual, donde lo importante es el YO, es una forma de valoración ante uno mismo y ante los demás.

El éxito es un trabajo de hormiguita, de día adía, de pequeños pasos (a veces hacia atrás, para coger impulso), de saber que es un camino con muchas curvas y unos cuantos baches, que hay que saber sortear y que precisa un automóvil de conducción simple, pero complicada, que se llama evolución personal o aprendizaje. El éxito es lo contrario a lo estático, no cae del cielo y exige a quién lo busca una gran dosis de voluntad. Y de saber esperar, de esforzarse sin ver recompensas inmediatas,  no vienen los resultados a la primera, ni a la segunda, ni probablemente a la tercera y aquí es cuando entra en juego una variable muy poderosa: la motivación, la energía que nos regenera y nos hace visualizar las cosas y los acontecimientos como son, la que nos da la realidad de nuestras acciones, que nos da calma y claridad. La motivación es tomarse un descanso y lanzar a la vida una sonrisa, que seguro te la devuelve y además, más luminosa.

El éxito no es un trabajo individual, hay mucha gente y situaciones que nos acompañan para conseguirlo, no olvidar esto es primordial una vez conseguida la meta, porque aunque su disfrute es íntimo supone un rayo de luz entre quienes nos rodean y no va asociado a resultados, tener éxito no es triunfar en algo, es un proceso personal de maduración en la vida, no hay un aparato técnico que indique que una persona tiene o no éxito, es el propio personaje quién lo siente en su interior, en su Yo más profundo, allí donde no es posible engañarnos. Quiero terminar con esta frase que, analizada, nos lo explica perfectamente

El éxito es fácil de conseguir, lo difícil es merecerlo. “Albert Camus”

Jesús Mª Pérez Santos

Coach