Saliendo del sufrimiento

Sin duda el sufrimiento ha cuestionado a los seres humanos desde siempre. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez el porqué y el para qué del sufrimiento?

Yo me lo he preguntado desde siempre y aunque no llego a entender el fin del sufrimiento al igual que no llego a esclarecer el origen del mal, si he llegado a la certeza de que para salir del personaje de sufridor el camino es hacia adentro.

La clarificación de “quién soy” comienza por esclarecer “quién no soy”.

Es desde el conócete a ti mismo que salimos del personaje sufridor, en el que podamos estar instalados, y que en más o menos medida todos llevamos en nuestro programa mental.

La observación de mi conversación interna y mis propios funcionamientos me acercan a desmontar la fuente de sufrimiento.

El programa mental es como nuestro software, los programas son aquellas creencias con las que hemos crecido y hemos convertido en verdades absolutas, desde este programa mental vivimos la vida como víctimas, sufridores, arrogantes, perfeccionistas…amamos, sufrimos, disfrutamos e interpretamos la realidad.

Nuestro programa mental no está exento de virus. Hay un sinfín de virus dentro del programa de cada persona.

Podría darse el caso de que los virus que más nos encadenan al sufrimiento vengan de programas ancestrales o incluso de vidas pasadas.

Los programas ancestrales están en el inconsciente familiar y junto a la lealtad familiar, también inconsciente, es uno de los virus más difíciles de detectar.

El detectar los virus de vidas pasadas requiere silencio interior así como un gran entrenamiento de observación del programa.

El lenguaje dual del programa mental se me asemeja al lenguaje binario del software del ordenador:

Cero-uno.

Frio-caliente.

Bien-mal.

Blanco-negro.

Luz-oscuridad…

La trampa del programa mental al ser dual es que minimiza nuestra perspectiva y es repetitivo, reaccionando de manera automática en base a las creencias-verdades absolutas. Por lo que incluso cuando tomamos consciencia de su funcionamiento y de los virus que lo condicionan para ver la realidad de una manera más amplia, los automatismos siguen saltando arrastrándonos a esos estados que tan bien conocemos y que tanto sufrimiento nos ocasionan.

Por lo que hay que ir modificando poco a poco el programa.

La des-identificación consiste en la práctica de convertirnos en observadores de nuestra conversación interna, que de manera constante e inconsciente, controla nuestras emociones generando, no pocas veces, reacciones desproporcionadas, sumergiéndonos en el miedo, la angustia, la culpa, la inseguridad… y tantos y tantos estados que tanto nos desgastan y en ocasiones paralizan nuestras vidas.

Como reflexionaría Epicteto hace dos mil años:

“No son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino lo que nosotros nos decimos de esas cosas”

Al observar la conversación interna podemos separarnos, des-identificarnos y contarnos las cosas de otra manera.

Por otra parte al igual que el ordenador nos permite hacer cosas que hace años serían impensables, cómo acudir a un curso que se realiza a miles de kilómetros desde casa, entrar en una biblioteca y consultar libros.. En la medida que hacemos silencio interior y nos des-identificamos del programa mental se nos hacen evidentes funciones de nuestra mente que hasta ahora aparecían con señal muy débil, como la intuición y la creatividad, es como si la mente abstracta se amplificara, al igual que las perspectivas ante las situaciones de la vida.

El silencio es la clave, el silencio es necesario para observar nuestros funcionamientos, salir de ellos y desarrollar esas habilidades hoy dormidas en medio del parloteo mental interno y externo.

Es necesario el silencio para darnos cuenta de que no somos lo que nuestros pensamientos nos hacen creer sino que somos mucho más, somos el que los observa.

Mariña García

Coach