“Algún día en retrospectiva, los años de esfuerzo parecerán los más hermosos”

Sigmund Freud

En los últimos años se está creando una corriente dentro del mundo de la sociología, la psicología y materias adyacentes, una sensación de que todo es posible y que la felicidad está al alcance de cualquiera, sin hacer nada a cambio, sin pagar un precio. Es un gran error. Nada, en esta vida, se consigue sin esfuerzo y sin pagar su precio. Eso que ocurre a nuestro alrededor y que llamamos VIDA, es algo maravilloso pero no es fácil y en muchas ocasiones, puede ser realmente duro.

No estamos en un estado de felicidad permanente, una de las  claves de sentirse feliz y satisfecho pasa por aceptar, sosegadamente, los duros momentos. Aquellos sobre los que no tenemos influencia, que nos vienen de improviso sin saber muy bien porqué, pero que nos descontrolan la existencia y ante los que, muy a menudo, no sabemos cómo defendernos. No está bien visto que se pase por situaciones complicadas, hay que presentar siempre una cara de “happy life”, no interesa que muestres debilidades, hay que sentirse positivo en todas las acciones del día adía, para negar la existencia de graves dificultades en nuestra vida. Con ello no queremos mostrar debilidad, ya que deriva en emociones negativas y eso no está bien. Todas las emociones, parece que por decreto, deben ser positivas.

El problema es que las emociones están ahí y no podemos controlarlas. Negar las emociones negativas puede ser muy peligroso, significa que no queremos ver los problemas, que nos atrincheramos en nuestra mágica zona de confort (o de escaqueo) perdiendo con ello una gran oportunidad de explora nuestras posibilidades, ver la capacidad de reacción tenemos en nuestro interior para afrontar y resolver los problemas. Perdemos una oportunidad brutal de crecimiento. Incluso, es muy posible, que no seamos capaces de resolver el problema pero, por lo menos, hemos puesto en marcha partículas de nuestro YO más profundo que estaban silentes y dormidas, que se han activado  y nos ha llevado a un chute de energía que será muy beneficiosa para otras situaciones en la que sí triunfaremos.

El sentirse positivo sin descanso es una forma de negar los propios problemas y, con ello, lo que logramos es perder una oportunidad quizás única de luchar contra ellos y alcanzar felicidad por ese camino. A veces nos enfocamos tanto en el resultado, en nuestra definición de éxito, de lograrlo a toda costa y que al no lograrlo nos ofuscamos y lo consideramos un fracaso, olvidando el camino que recorremos para ello y que está lleno de momentos extraordinarios que nos dan una serenidad y un aprendizaje que, quizá, no lograríamos  con nuestro supuesto triunfo.

Por lo tanto, aceptemos esos momentos de desasosiego, de frustración, de padecer  que nada sale bien, son esos momentos en que la Vida nos está diciendo que para encontrar su sentido es necesario superarlos y aprender de ellos.

Jesús Pérez Santos

Coach