“Es de bien nacido ser agradecido”
Comienza este mes una época en que los sentimientos y las emociones están más a flor de piel que habitualmente. Todo lo que rodea la Navidad, ese llamado “Espíritu de la Navidad” nos convierten personas más sensibles o más atentas a los pequeños detalles que la vorágine del día a día nos permite atender. Muy a menudo se comenta que la Navidad es la época de la Gratitud. En muchos sentidos estas fiestas navideñas parece cómo que se activan ciertos sentimientos olvidados o, al menos, apartados, que son tan necesarios para mantener un perfecto equilibrio interior y exterior. La gratitud tiene que ver con los aspectos no materialistas de nuestra existencia, aquellos que verdaderamente forjan nuestro carácter y nuestro auténtico YO.
Verdaderamente, tendríamos que sentir gratitud todos los días por el simple hecho de VIVIR. Ello nos ayudaría a poner toda nuestra atención en las acciones cotidianas que normalmente se nos escapan. Está demostrado científicamente que la gratitud nos ayuda a que el cerebro y su estructura molecular funcione mucho mejor, lo que contribuye de una manera sustancial a una mejora física, mental y espiritual.
La gratitud, en realidad, debería ser una forma de vida, una filosofía de funcionamiento vital, que nos ayude a entender el porqué, cómo y de qué manera nos movemos en este mundo, un camino y una actitud poderosa para limitar los estragos que nos produce el estrés, la ansiedad, la tensión o la angustia que impregnan muchas acciones de nuestra vida.
Tener una perspectiva positiva, mejorar nuestro bienestar emocional, visualizar el presente, mejorar nuestra actitud de dar y recibir, hacen que la gratitud no sea un simple sentimiento, sino una auténtica práctica transformadora que influye poderosamente en nuestra salud mental, emocional, física y relacional; nos cambia nuestra visión de la vida. No hay que esperar a acontecimientos especiales como la Navidad para ejercitarla, deberíamos realizarla habitualmente para demostrarnos que no estamos solos en el mundo, que los demás, los cercanos y los menos cercanos, desempeñan un papel decisivo en nuestro propio bienestar, para mejorar nuestras relaciones, que sean más sólidas, ecológicas y eficaces.
Jesús Pérez Santos
Coach
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